Marie Langer vivió tres años en Juan Lacaze antes de fundar la Asociación Psicoanalítica Argentina

Marie Langer vivió tres años en Juan Lacaze antes de fundar la Asociación Psicoanalítica Argentina

17/05/2023 17/05/2023

La médica, psicóloga, psicoanalista y docente austro-argentina Marie Langer, vivió en Juan Lacaze entre 1938 y 1941 donde tuvo dos de sus cuatro hijos junto al también médico Máximo Langer. En diciembre de 1942, ya radicada en Buenos Aires, fue una de las fundadoras de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), la única mujer y la más joven.

Luis Udaquiola

«Cuatro años antes había tenido que huir de su Austria natal, recién invadida por Adolf Hitler», recordó en su biografía (Capital Intelectual, 2008) la periodista y escritora Ximena Sinay. «Después de un período de vida cuasi proletaria en Uruguay, en el que prácticamente se había olvidado de su formación psicoanalítica, se trasladó con su marido y sus hijos a Buenos Aires, donde un grupo de psicoanalistas estaba dando los pasos para armar una institución que fuese reconocida por la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA)».

Marie Langer nació en Viena en agosto de 1910. «Adoptó desde muy temprano el apellido de quien sería su tercer marido, Máximo Langer, y lo mantuvo aún después de que él muriera», informa Sinay en su libro. «Muchos la llamaban –y siguen llamándola– Mimí, aunque ella prefería el nombre que le había puesto su madre. Un nombre que fue elegido para tratar de evitarle las dificultades que, intuía su madre, le acarrearía ser parte de una familia judía. Sin embargo, esas dificultades –a pesar del nombre “insospechable”, como ella misma lo definía– existieron. Por judía no la dejaron entrar en los hospitales vieneses cuando se recibió de médica; por judía tuvo que hacerse, quizás sin otra opción, psicoanalista; por judía huyó de Europa hacia Sudamérica. A pesar de haber renunciado a su religión en plena adolescencia, siempre dijo de sí misma que tenía algunas “desventajas de origen”: ser mujer, judía y, más tarde agregaría, divorciada».

Desde muy chica «decidió que, a pesar de ser mujer, estudiaría. Después de varios enfrentamientos con su madre lo logró y se recibió de médica en 1935. Al poco tiempo comenzaría a militar en el Partido Comunista austríaco, actividad que mantendría oculta dada la clandestinidad de la agrupación. Mientras tanto, con la frustración de no poder realizar ninguna especialización en un hospital porque no admitían a los judíos, había comenzado su formación como psicoanalista e ingresado, luego de entrevistarse con Ana Freud, en el Instituto de Psicoanálisis de Viena».

Cuando comenzó la guerra civil española «Marie se fue con su pareja, el traumatólogo Máximo Langer, a colaborar con las brigadas internacionales y, poco después de que los nazis invadieran Austria, donde la joven pareja ya estaba de vuelta, escaparon hacia Sudamérica». Desembarcaron en Uruguay «y vivieron allí cuatro años en el pueblo Juan Lacaze. Mientras su marido trabajaba en una fábrica textil, ella cocinaba para otros inmigrantes con tal de ayudar en la economía familiar. Alejada del análisis, tuvo a dos de sus hijos: Tomás y Nicolás», escribió Sinay.

En aquellos años los jornales que pagaba Campomar & Soulas y la Fábrica de Papel (FNP) no alcanzaban para cubrir los gastos de alimentación de una “familia promedio”. Según un relevamiento realizado en 1938 y citado por Raúl Zibechi en su libro De multitud a clase (Ediciones Idea), una familia necesitaba 1,25 pesos diarios para cubrir los costos de alimentación, mientras que los obreros industriales locales ganaban entre 0,65 y 1,60 pesos. De ese modo, para satisfacer las necesidades básicas de una familia (alquiler, medicamentos, vestimenta) se requería el ingreso de al menos dos salarios por hogar.

(Izq.) Entrada a la fábrica de tejidos en Juan L. Lacaze (1955) por Luis Alberto Toja (Biblioteca Nacional). (Der.) Amenazada por la agrupación terrorista de derecha Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) Langer se exilió en México entre 1974 y 1987 (arriba). Durante el período que el matrimonio Langer permaneció en Juan Lacaze comenzó la construcción del edificio del Cyssa. (abajo).

«Durante las décadas de 1930 y 1940 se originan una serie de cambios políticos en el país que facilitaron el accionar de los obreros en diferentes ámbitos de la vida de Juan Lacaze», describió Francisco Abella en su tesis de maestría Adiós a las chimeneas. Memorias obreras, sociales y colectivas bajo los efectos de la desindustrialización en Juan Lacaze. «De a poco, el compromiso de los trabajadores industriales lacazinos se dirige a la defensa de la democracia de las naciones europeas de las cuales habían llegado ellos o sus ancestros así como a una mayor implicancia en la vida de las instituciones locales».
Durante las décadas precedentes, continúa Abella, los obreros recién llegados de Europa «habían creado instituciones que marcaron la vida del pueblo, como la Cooperativa La Unión (1909-1990), la Biblioteca Rodó (1917 hasta el presente), la Sociedad Mutualista Obrera (1937-2007), así como varios clubes deportivos».

La cantidad de trabajadores empleados por la textil «creció abruptamente en ese período: a fines de 1933 trabajaban 761 operarios y en 1936 lo hacían 1.190». La papelera «también registró un aumento abrupto en la cantidad de empleados a partir de aquella década. De acuerdo al censo industrial de 1936, esa empresa ocupaba solamente 68 empleados, y esa cifra se quintuplicó en cuatro años (…) A los efectos de instalar la nueva planta de celulosa de paja de trigo, en 1937 la Fábrica de Papel inició la construcción del nuevo edificio que inauguró en 1941».

En Uruguay, Marie y su marido «se asentaron por unos años en Juan Lacaze, un pueblito que vive de la pesca e industrialización del sábalo, al que utilizan para la fabricación de jabón», averiguó el argentino Sergio García de la Cruz para su tesis de doctorado Los conceptos de feminidad, maternidad y sexo en la obra de Marie Langer. «Máximo trabajó en la fábrica de Juan Lacaze, mientras Marie se desempeñaba como niñera. Fue entonces cuando nació Tomás, el primogénito». Según el investigador los padres de Marie «logran escapar de Checoslovaquia, emigran también al Uruguay y ponen una pensión en Montevideo. Una vez instalados en Montevideo, Marie empieza a trabajar de cocinera y su marido en una fábrica textil».

Desde Uruguay, Mimí, «hizo viajes a Buenos Aires donde animada por Max, retomó seminarios y contactos que en un futuro le facilitarían realizar una práctica analítica», relató su yerno José Luis González Fernández, en una conferencia leída en la Facultad de Psicología de la Universidad de la República en diciembre de 2009. «Comenzó a trabajar como psicoterapeuta en Uruguay (aunque) a ella no le gustaba decirlo, porque creía que todavía no tenía la formación institucional apropiada. Gracias a la recomendación de su ex analista Richard Sterba, entró en contacto profesional con el grupo originario de la Asociación Psicoanalítica Argentina, y junto con Garma, Cárcamo, y Pichón Riviere fundan la Asociación Psicoanalítica Argentina en diciembre de 1942».

Hay quienes dicen que tuvo poco que ver con esta fundación: «que estuvo en el momento justo en el lugar indicado. Pero lo cierto es que su firma es una de las seis que figuran en el acta de fundación y eso la convirtió en una de las pioneras», sostiene Ximena Sinay en su biografía.

(Izq.) “El psicoanálisis me interesa mucho, pero combato su elitismo y la ideología que le imprimen sus instituciones”, defendía Langer. (Der.) En 1942 Marie Langer junto a Enrique P.-Rivière, Lucio Rascovsky, Luisa A. de Toledo, A. Rascovsky, L. Tallaferro, E. Krapf, E. Cárcamo y A. Garma fundaron la Asociación Psicoanalítica Argentina (arriba) . El bar de la Facultad de Psicología de Rosario (Santa Fe, Argentina) lleva su nombre (abajo).

«Durante casi 30 años se dedicó a la vida institucional sin hacer, públicamente, demasiados cuestionamientos a APA y su funcionamiento. Fue una de las primeras mujeres en la Argentina que se atrevió a abordar la psicología y la sexualidad femeninas, la maternidad y las cuestiones de género. También se interesó por la psicoterapia grupal, como una alternativa menos costosa del análisis».

A fines de los años 1960 «sus inquietudes ideológicas se hicieron públicas: se juntó con el grupo de jóvenes que cuestionaba los requisitos impuestos desde APA para la formación psicoanalítica y, con ellos, pegó el portazo. El grupo que formaron, Plataforma, renunció formalmente a la Asociación en noviembre de 1971 y, a partir de allí, el giro público de Marie Langer hacia la izquierda no se detuvo. A tal punto, que en 1974 tuvo que volver a exiliarse, esta vez como consecuencia de las amenazas de la Triple A».

Ya en México «colaboró con los otros exiliados latinoamericanos que llegaban expulsados de sus países en las tareas de denuncia, los atendió en su consultorio, los ayudó a reinsertarse, trabajó intensamente con el gobierno sandinista de Nicaragua e hizo sus aportes para que el psicoanálisis tuviera algo más de presencia en la Cuba revolucionaria. En eso transcurrieron sus últimos años hasta que, enferma de cáncer, murió el 23 de diciembre de 1987 en Buenos Aires, donde decidió volver a vivir lo que le quedaba», completa Sinay.

«Nunca creí que el psicoanálisis fuese un instrumento para cambiar al mundo», declaró Langer en unas notas autobiográficas escritas en 1978 a pedido del editor norteamericano Philip L. Emmite. «Pero sirve, sin duda, para entender profundamente al ser humano. Como terapia mejora al paciente y le ayuda de todos modos, a manejarse mejor y a mentirse menos. Debiera conducirlo también a comprender el contexto social en el cual está inserto y llevarlo a una adaptación activa, aloplástica. Además, como ya recalcó Freud, puede ser un factor importante para ser utilizado en prevención primaria de salud mental. Por eso me duele que el psicoanálisis no fuera aceptado en los países socialistas y que -aunque sea un problema mucho menor- las feministas estén en guerra contra Freud».

En 2003 se estrenó el film Marie Langer. Der Roman der Erinnerungen (La novela de memorias) de Corinna Wichmann y Lester Y. Cano Álvarez. Una calle de Buenos Aires, en el barrio Puerto Madero, lleva su nombre.

Producción: Jorge Bidegaray.