
“Diez llaves al pasado indígena”. Presentan libro de divulgación de arqueología
26/05/2023Este viernes a las 19 horas se presenta en la Biblioteca Rodó de Juan Lacaze el libro “Diez llaves al pasado indígena” de Moira Sotelo y Silvia Soler. La investigación revela también un embrollo referido al origen de la pieza ‘ñacurutú sagrado’ (FOTO), una de las ‘diez llaves’, hallada en la década de 1930 entre los arenales de Boca del Sauce.
A partir de diez obras guardadas en museos nacionales, + Cerca Ediciones presenta un nuevo libro de divulgación de arqueología este viernes en Juan Lacaze. Todas funcionan “como llaves para relatar la vida cotidiana, el arte y la espiritualidad de los indígenas”, explica la editorial.
En la elección de los diez íconos fueron considerados los materiales usados en la creación –piedra, madera, hueso y barro–como un hilo conductor. Entre las piezas elegidas hay algunas muy conocidas, como el caso del ñacurutú y el antropolito de Mercedes, y otras menos difundidas, como una canoa de madera o un colgante de diente de jaguar. Todas fueron encontradas en el actual territorio uruguayo.
En el libro se contextualiza cada objeto dentro del complejo universo indígena con información técnica, relatos sobre cómo se rescataron y fotografías que muestran las obras enteras, destacan detalles y ponen en evidencia texturas, técnicas, roturas y reparaciones. Su producción implicó recorrer distintos museos del país, entrevistar a más de una decena de especialistas, conocer historias detrás de bambalinas, revisar catálogos, leer cartas inéditas y enterarse de pequeñas rencillas entre coleccionistas.
Según la editorial, “Diez llaves al pasado indígena” es una invitación a viajar hacia el mundo de los pueblos nativos en la búsqueda de nuestra identidad, valorizar las piezas que se preservan en los museos nacionales y devolverles el aliento de vida que las vio nacer”.
El libro de 120 páginas en color es resultado del trabajo de un equipo multidisciplinario integrado por la arqueóloga Moira Sotelo, la escritora y periodista Silvia Soler, el fotógrafo Pablo La Rosa y el diseñador Fidel Sclavo. El ejemplar cuesta $ 980.
Diez llaves y un embrollo
Si bien el Ñacurutú es la pieza insignia del Museo Nacional de Antropología (MNA) “en el inventario original no se detalla el responsable del hallazgo ni las circunstancias”, advirtió el año pasado en un artículo científico la arqueóloga Maira Malán. “A pesar de su reconocimiento a nivel nacional y de las tantas publicaciones que la mencionan a lo largo de cinco décadas –la primera fue la de Ferrandiz Alborz (1952) y la última de Ottalagano (2017) – los datos suministrados han sido muy genéricos e inclusive erróneos”.
Durante el desarrollo “de esta investigación, se recopiló información inédita y desconocida hasta el momento, que cuestiona la versión manejada hasta ahora desde los ámbitos formales, que adjudicaba el hallazgo a Francisco Oliveras”, publicó Malán. “En manuscritos de René Mora de enero de 1977, escribió sobre la campana de Oliveras: ‘(el Ñacurutú sagrado (?), que según Leopoldo Frascarelli se la obsequiaron ellos’ (Mora 1972-1988, p. 17)”.
“Además de mencionarla en su trabajo sobre restos campaniformes de Puerto del Sauce, Artilleros y Santa Ana, Mora escribió un artículo específico sobre esta pieza que nunca llegó a publicar, del cual citamos: ‘Esta pieza, a la que el Prof. Oliveras (…) llamó el Ñacurutú sagrado, perteneció a la familia de Don Juan Frascarelli, residente por entonces en el Rincón del Sauce. Según nos lo dice Don Leopoldo Frascarelli, hijo de don Juan (…)”.
Juan Frascarelli fue el primer conductor de la balsa que unió Rincón del Sauce con Puerto Sauce hasta el 25 de agosto de 1924, cuando se inauguró el puente sobre el arroyo del mismo nombre. “Durante largos años realizó esa función con responsabilidad y ejemplar dedicación, viéndose interrumpida el 10 de julio de 1913 cuando el temporal que se desató y la creciente del arroyo arrastró la balsa y presumiblemente la inutilizó”, recordaron vecinos de Villa Pancha en 1997, cuando propusieron dar su nombre a la ex calle Nº 31.
En su artículo publicado en la revista Arqueología de la Universidad de Buenos Aires, Malán señaló que “en el marco del trabajo de sistematización, investigación y puesta en valor de la Colección Arqueológica René Mora (…) desde hace algunos años se está trabajando en la localización de ciertas piezas que fueran registradas por este autor en las décadas de 1970 y 1980, de las cuales actualmente se desconoce su paradero”.
Las campanas zoomorfas, explica Malán, “constituyen un ítem singular dentro del registro arqueológico del territorio uruguayo. Se trata de piezas cerámicas cuyos rasgos materiales más sobresalientes lo constituyen la abertura en su base, el grosor de sus paredes –hasta 25 mm–, la presencia de uno o dos orificios menores en la zona frontal, superior o posterior y los apéndices macizos modelados en la parte superior, generalmente de apariencia animal”.
Entre las diferentes “interpretaciones que se han manejado, se encuentra la de uso ceremonial, como alfarería mortuoria, de uso doméstico para la conservación del fuego o rescoldo, complementada esta última hipótesis con un posible carácter ritual, y su uso como sahumerio”.
Desde el inicio “fueron vinculadas culturalmente a los grupos históricos chaná-timbú, principalmente por corresponderse su dispersión con el área que habitaban estas comunidades en momentos históricos”. No obstante, el arqueólogo Fernando Gaspary “manifiesta dudas sobre sus propios planteos, argumentando que parece imposible que habiendo convivido estos grupos con los españoles, ningún cronista mencione estas ‘llamativas y enigmáticas piezas’”. Malán integra un grupo de trabajo del Programa de Investigación Arqueológica y Desarrollo de la Dirección de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación y Cultura.
Artículo completo. Campanas zoomorfas de Uruguay: primer intento de trazabilidad