Valeria Lima y la triple M: Música, Mamá y Momo

Valeria Lima y la triple M: Música, Mamá y Momo

25/04/2023 25/04/2023

Tan solo con seis años recibió su primer pago por cantar. De esta manera inició su carrera profesional. A instancias de un padre que canalizó en ella su deseo personal de expresión a través de la música. Con giros fortuitos en su camino. Con el aval de un público que la eligió y una suma de premios que han distinguido su calidad interpretativa. Así se ha edificado la intensa, variada y multifacética historia artística de la rosarina Valeria Lima. LVA conversó con ella sobre su reciente participación en el carnaval con el grupo de parodistas Momosápiens.

Pedro González

Su padre fue maestro de escuela rural y esto marcó los primeros pasos de Valeria, que recuerda a través del relato de sus padres que bajó de la cuna cuando tenía un año en Paraje Zunin, próximo a la ciudad de Cardona donde su padre trabajaba, y allí literalmente dio sus primeros pasos. Luego se mudaron y continuó sus estudios en una escuela de monjas. Su padre tocaba la guitarra y cantaba como aficionado y desde muy pequeña la instó a que se formara en el arte de cantar. Lo que sumado a un talento natural derivó en que se iniciara profesionalmente muy pequeña.

A los 15 la fortuna la acercó al tango y la emancipación de su padre. Un certamen de canto que organizaba Donato Racciatti la llevó a competir con él. Ser seleccionada como la ganadora del concurso no solo le marcó su emancipación como artista sino que la introdujo en el género que ha signado su carrera durante tantos años.

Luego participó en Casting, un concurso de talentos televisado que tenia alcance nacional. Ganó allí el primer premio, que la reveló a un público masivo. Grabó su primer disco junto a Raúl Medina, el director musical de la banda del programa. Cantó junto a los maestros Federico García Vigil y Julio Frade. Se presentó a nivel internacional en países como Alemania, España y Estados Unidos.

Desde hace ocho años es madre de Isabella quien según dice llegó para enseñarle, y la ha sacado de los pozos más profundos. Dijo que en la maternidad es en el único lugar donde no titubea. Su hija creció en la escuela que está en su casa y practica acrobacia en tela, gimnasia artística, canto y baile.

La escuela ‘Valeria Lima’ tiene diez años y por allí ha pasado mucha gente. Como profesora de canto pone el foco en allanar el camino a sus alumnos, desde su experiencia personal y como lo hicieron otros por ella. Tiene alumnos desde siete a 92 años.

¿Cómo se generó tu vínculo con el carnaval?

Mi historia con el carnaval no comenzó este año, es poco conocido, pero, fue a principios del 2000. Me vinieron a buscar de Murga La Obligada, la murga de mis amores, la murga de mi ciudad, Rosario. Me vinieron a buscar porque el solista se había lesionado y se tenían que presentar al concurso oficial de Montevideo. Yo tenía 20 años entonces, y me negué de todas las formas posibles, no me gustaba la murga, no entendía lo que decían. Por suerte, hicieron un gran trabajo y lograron convencerme, les voy a estar eternamente agradecida.

Por ésto, cada vez que me subo al Teatro de Verano, y en todo lo relacionado al carnaval, en cada paso que doy como artista “los culpo a ellos”. Fueron ellos los que me hicieron conocer ésto, que me metieron en este mundo. Era muy raro para mi ser tan chica y estar todo el tiempo entre hombres. Sin embargo fue y sigue siendo un grupo humano maravilloso, que me cuidaba muchísimo. Estas fueron mis primeras experiencias.

Por esa época también estaba saliendo en La Obligada uno de los principales referentes de la murga nacional, el Zurdo Besio. Con él hacíamos de “Romeo y Julieta”. Este período en Montevideo con la murga duró tres años. Hoy espero que muy pronto puedan volver, por que están con muchas ganas y se lo merecen, aunque implica un gran sacrificio.

(Izq.) Isabella creció en la escuela que está en su casa y practica acrobacia en tela, gimnasia artística, canto y baile (arriba). Lima cantó en Alemania, España y Estados Unidos, entre otros países (abajo). Su periplo carnavalero tiene más de 20 años y en 2023 le rindió el premio a la mejor interpretación vocal (Der.).

¿Cómo siguió tu vínculo con la fiesta de Momo?

Después de muchos años en 2020, prepandemia, salí con Revista La Compañía. Como artísticamente me suele suceder, fruto de la casualidad, un accidente de la vida. Tuve una charla bromeando con el director de la revista, y le dije: si llegas a precisar una voz masculina avisame, bromeando porque faltaban voces masculinas y yo tengo la voz grave. El me respondió: si vos querés salir, tu lugar está. Y le dije: ¡quiero salir! Ese año gané el premio a mejor interpretación vocal entregado por la DAECPU.

Y vinieron la pandemia…y Momosápiens

Después me bajé de la revista, vino la pandemia y estuve un año sin salir. Apareció entonces la propuesta de parodistas Momosápiens, una categoría completamente desconocida para mi. Pero vino en una etapa de mi vida muy enfocada en los desafíos. Después de charlar acerca de cuál era la idea del espectáculo, les dije que sí. Esto me llevó a cantar y actuar. En otro momento hubiera dicho que no, pero quería salir de mi zona de confort. Y lo disfruté muchísimo. El resultado fue el premio a mejor interpretación vocal 2023 de la Sociedad Uruguaya de Artistas Intérpretes (SUDEI), un mimo. Que se sumó a toda la felicidad que me trajo este carnaval 2023 que compartí con mi hija, que me acompañó a un total de casi 70 tablados, mano a mano conmigo, con sus ocho años. Una experiencia maravillosa.

¿Y cómo se dio esto de compartir la experiencia con tu hija?

El primer planteo que le hice a Horacio Rubino, el director de Momosápiens, fue que yo no venía sola, que tengo una hija de ocho años y que la mayor parte del tiempo está a mi cargo. Si no lo hacía con ella, no se podía. Esa es mi situación de vida y además quería que lo compartiéramos. Fuimos a los ensayos, a los tablados y solo cuando nos presentamos en el Teatro de Verano que requiere de otra concentración, se quedó con alguien o la llevaron.

Isabela nació en 2014. Durante todo mi embarazo estuve cantando y dando clases. Mi panza siempre estuvo pegada a un piano, cantando con alguien. Durante ese período presenté un disco llamado “Setiembre”, que era el mes en que la esperábamos.

Cuando nació yo tenía mi escuela y vivíamos allí. Igual que ahora, pero en otro lugar. Mi escuela es mi casa y mi casa mi escuela. Ella creció y yo soñaba con verla llevando las letras impresas en pañales a los alumnos en clase, y finalmente sucedió así. Cada día llega de la escuela y se involucra con la actividad allí, además toma clases de canto. Es una gran artista que va a hacer su propio camino. Tiene mucho potencial además de artista, como gimnasta.

A mi me parece muy sano compartir todo con ella, especialmente la fiesta del carnaval. Poder vivirla desde adentro tiene una magia que no se olvida nunca más en la vida. No es porque sea mi hija pero es una niña muy especial, muy madura. Sino fuera así, yo no hubiera podido hacer esto. Cada noche, llegar al club, preparar vestuario, comer y subirnos al ómnibus. Después subir y bajar, a veces hasta en cinco tablados por noche. Ella estaba conmigo siempre, sabiendo qué hacer. Se adaptó a todo, se lleva bien con todos. Y terminó subiendo a compartir el espectáculo con nosotros.

Yo cerré carnaval con mi hija en el tablado: mientras yo cantaba, ella -y me emociona muchísimo contarlo- junto a todo Momosápiens representando una parte del espectáculo en lengua de señas. ¡Se lo había aprendido todo! Además se sabía la letra del espectáculo completo. La verdad, un orgullo y un motor para mi. Por cuestiones personales necesitábamos este espacio para compartir y reír.