El último carnaval del rosarino Luis ‘Yacaré’ Pagua

El último carnaval del rosarino Luis ‘Yacaré’ Pagua

07/03/2023 07/03/2023

Como si hubiese estado libretado por Momo, el martes de carnaval el rosarino Luis Yacaré Pagua se despidió de este mundo. En su memoria publicamos un trecho de una entrevista de 1975 en El Eco Rosarino, tras el carnaval del bicentenario, en la que se adelanta casi 50 años: “Ahora le toca el turno a la juventud, porque un carnaval sin murgas no es carnaval”. (Foto: Pablo Píriz).

Luis Udaquiola

Poco más de dos semanas antes de morir, Pagua participó en las Llamadas de Colonia del Sacramento con la comparsa Rosario 250. Tenía 67 años y cuatro hijos. “Quiero despedir a una gran persona, que se fue como saben irse los grandes, un día de carnaval”, publicó el fotógrafo Pablo Píriz en Facebook junto a la foto que le tomó aquel día. “Se fue, pero vivirá siempre en la memoria de los que nos criamos riendo con sus chistes y sus ocurrencias sobre el escenario y también abajo de él. Siempre de buen humor y hablando con los niños, saludando en su bicicleta por el barrio”, lo recordó.

Conocí a Yacaré Pagua durante los años que dirigí El Eco Rosarino (1973-1977) y él colaboró con la sección deportiva. En abril de 1975 lo entrevisté, junto al viejo murguero Héctor Perucho Santos, para hacer un balance del carnaval del bicentenario y lo presenté como “digno exponente de la joven generación murguera”.

El Carnaval del Bicentenario “tuvo la buena idea de reunir en un mismo conjunto a Perucho como director de calle y a Yacaré como director general. La idea era realizar una nota completa que no comenzara con el abrir del grabador, sino transitando todos los aspectos que preceden a una de sus presentaciones: cambio de vestuarios, pintura de rostros, clásicas pantomimas, y para ello acababan de ingresar a la redacción. Afuera el otoño debutaba con particular baja temperatura y nosotros nos aprestábamos a realizar el primer balance del Carnaval 1975”.

Pagua evaluó que las fiestas del Bicentenario “incentivaron a la gente que hacía años no vivía el reinado de Momo”, y además, “hubo una mayor integración entre la Comisión de Carnaval y los participantes que fue muy positiva”. Ese año la pérgola de la plaza Benito Herosa dejó de usarse como tablado porque “no permite una visibilidad total del público”, y la nueva ubicación “rompió la monotonía tradicional”.

La murga La Bicentenaria nació para “brindarle un regalo de cumpleaños a Rosario”, uniendo “las mejores voces de La Yapa y la murga mía con el objetivo de hacer un gran conjunto. Así adquirimos también los bailes mágicos del añejo Perucho Santos y creo que lo logramos. La época de Héctor Santos fue la época de oro del carnaval rosarino y esta era una forma de reivindicarlo. Ahora le toca el turno a la juventud, porque un Carnaval sin murgas no es Carnaval”.

En La Bicentenaria participaron 15 integrantes: Edgardo Barca, Marcelo Montaña, Luis Bentancourt, Héctor González, Jorge Álvarez, Ruben González, Ángel Pozzolo, Hugo Villoldo, Mario Villegas, Sergio Barca, Juan Pequera y Andrés Vera. Los vestuarios los diseñó Yacaré y los confeccionaron las señoritas Zanelli.

Sobre los vestuarios, Pagua agradeció “profundamente a las firmas comerciales que con publicidad en nuestros versos ayudaron a financiarlos. Este año decidimos no pedir plata en forma generalizada, y notamos que también había embale a nivel del comercio”.

(Izq.) Solo un experto se maquilla sin espejo. El 4 de febrero “compartimos viaje a las llamadas de Colonia con la comparsa Rosario 250”, contó la fotógrafa Daniela Hernández. (Der.) “Me pidió que por favor le sacara la foto en el desfile (pero) lo perdí de vista, seguramente estaba en su juego con cada niño que se cruzaba. Pero casi al final lo vi, y éstas son las fotos que le tomé” (arriba y abajo).

Aquel año fue el segundo de la dictadura cívico militar instaurada en junio de 1973, y las letras no se las llevaron de arriba: “hubo algunas restricciones que estropearon la tradicional inventiva de los letristas”, dijo Santos. “Aún así nuestra murga interpretó temas para todos los públicos por cuanto entendemos que debe existir una parte seria para que pueda ser escuchada por las familias”, agregó Pagua.

Para maquillarse usaron témperas. “Antes usábamos una mezcla de óxido de zinc y vaselina que era más eficaz. Este año tampoco conseguimos brillante que según parece es un producto alemán y entonces decidimos probar con la témpera”.

Pagua reflexionó que “la enseñanza siempre sirve para los que vienen atrás, y estos deberán saber que con voluntad, más que con dinero, la cosa funciona. Me refiero a la excelente voluntad de los organizadores y la del público que acompañó”. Para el año siguiente “habrá que comenzar a ensayar tres meses antes y con la característica colaboración del comercio rosarino y un buen coro de voces, veremos si levantamos aún más el carnaval”.

Eso sí: “el corso debiera ser al final del show del tablado y no antes como este año. Fíjese que eran la 1:30 y estábamos esperando para actuar. El año próximo debería ser motivo de reflexión de la Comisión de Carnaval”.

“Se fue el Yacaré pero quedan preciosos recuerdos”, publicó en Facebook el actor y también carnavalero Martín Cabrera: “Una pelota, dos cuadros y a correr … eso lo transformaba en nuestro técnico en el Club Atlético El Parque por el 70 y pico. Unos papeles escritos pegados contra la pared de su casa y eso lo transformaba en el ensayo de los artistas del barrio. Una niñez y adolescencia viendo Yacarébromas, con ocurrencias y humor de los 80. El público le aceptaba esas voces desafinadas y ese tesón por provocar la risa”.

“Una nariz de payaso y una sonrisa de oreja a oreja”, definió. “Su voz, su cara, su cuerpo se transformaban ante la atención de nosotros los chiquilines del barrio: su primer público, su prueba de fuego. Se fue el Yacaré pero me dejó el barrio, la niñez, la pelota picando en La Bombonera, me dejó este hermoso recuerdo y una cara pintada, que se ríe, escondiendo el dolor”.