Eduardo Bertinat, entre dos querencias

Eduardo Bertinat, entre dos querencias

17/01/2023 17/01/2023

Eduardo Bertinat creció en la campaña, entre La Paz, Colonia Valdense y Rosario, y tuvo una bisabuela que como él actualmente, vivía en Nueva Helvecia. En realidad él y su esposa están radicados hace muchos años en Paraguay, pero se siente cercano a la zona y desde hace alguno tiempo ha decidido volver a disfrutar y reivindicar el paisaje que lo vio crecer.

Carlos Chorly Fernández

Bertinat se define como un hombre común, un tipo de campo, ronda los 80 años y no le gusta que lo traten de ‘usted’. Es defensor acérrimo de la zona de las colonias y guarda recuerdos de una infancia y juventud en charretín, transitando caminos con su padre, vendiendo huevos, quesos y lo producido en casa, fruto del trabajo de una familia como tantas en tiempos que hoy parecen tan lejanos.

La vida transcurrió y un día lo encontró en Paraguay, trabajando para un inversor francés, don Francis Perier, que tenía un campo y con quien hizo “muy buenas migas”. En 2001 Perier decidió crear una fundación para ayudar a los hijos de los pequeños productores agrícolas de la zona, y lo colocó al frente de su legado. “Me pidió que fuera el presidente vitalicio y eligiera a mis compañeros. En este momento somos cinco”.

La fundación Perier es, por donación, propietaria de 1.800 hectáreas de “tierras ancestrales” con tres kilómetros de río al norte, siendo más de 500 de reserva “con bosques nativos que queremos mantener para estudios sobre conservación de flora y fauna”, explicó Bertinat.

Buena parte del resto se arrienda para cultivo de soja. “La Fundación tiene un ingreso bastante importante por eso, y después la tendencia es ir hacia lo ecológico, medioambiental, turístico, observación de aves, etc.” Además se buscará establecer lazos más estrechos con Francia, la tierra natal de Perier.

En el área de la reserva se realizan huertas, lombricultura, se planta yerba, pero también hay clases de alfabetización y danzas por ejemplo. Estas tierras son sede de proyectos enfocados a mejorar la calidad de vida de la población local con acciones puntuales. Por ejemplo, cuenta Bertinat, una de mujeres aborígenes y jefas de hogar, que armaron una “pequeña fabriquita” de yuyos medicinales, u otro que recientemente permitió la donación de 10.000 plantines de sandía.

Si bien se han hecho muchas cosas, los resultados demoran para verse. “A los indígenas achés les hicimos siete tajamares para cría de tilapias, una palometa blanca que pesa unos 600 gramos”, dijo. En materia educativa “cuatro de ellos se recibieron de maestros de la cultura indígena; hay una señora que se está por recibir de mecánica dental, uno cursó veterinaria y otros muchachos estudian agronomía”.

Próximamente el camino rural que limita los municipios de La Paz (C.P.) y Colonia Valdense con Nueva Helvecia, será designado con el nombre de Eliseo Bertinat Puy. Tras muchos años en Paraguay, crecieron la familia Bertinat y su vínculo con los achés y otros lugareños.

Además, “tenemos una escuela que lleva el nombre de la viuda de Perier, donde el año pasado construimos un baño en la casa de los maestros, un muro, instalamos Internet, compramos computadora e impresora”. Este año la Fundación se dedicará a organizar una biblioteca.

Tras la muerte de Perier en 2011, “estuvimos medio parados por grandes conflictos con los tres herederos”, explicó, pero “como tenemos todo legal pudimos desalojarlos”.

Desde hace algunos años, ya peinando canas, Bertinat tuvo oportunidad de volver. Ahora no tiene horarios tan exigentes y puede permitirse ciertos lujos. Vuelve por temporadas a la tierra que considera suya, que lo vio nacer, crecer y donde su espíritu curioso de niño aventurero puede todavía conocer y maravillarse. Se reúne con algún amigo, explora información, habla con vecinos y reúne historias de vida.

Entre esas mil y una historias, de las documentadas y las contadas, una tarde tomando mate con su amigo Miguel Ángel Cabrera Arriaga surgió el nombre de su tatarabuelo, Eliseo Bertinat Puy. La respuesta del compañero de “aventuras” no se hizo esperar, y juntos decidieron juntar firmas entre los vecinos solicitando a las autoridades designar con su nombre un camino que une las tres colonias.

Bertinat Puy llegó a Uruguay en 1858, en el primer gran contingente de colonos valdenses, que luego de su breve pasaje por Florida, se radicaron definitivamente en esta zona. “Dedicado principalmente a las tareas del campo, cultivó tierras ubicadas sobre el camino mencionado, cercanas al Río Rosario”. En la actualidad, los propietarios de varios padrones ubicados en el lugar son descendientes suyos.

No queríamos dejar de contarles esta historia de vida, porque conocerla nos ha llevado a reflexionar: en un mundo en constante cambio, lleno de reivindicaciones y autorías, estas personas de trabajo de hormiga, temple bajo y corazón curioso y generoso, son quizás quienes crean con sus acciones el sustento, los nutrientes de esas raíces que tanto nos enorgullecen.