
Camu Pérez, “la más berraca” del stand up coloniense
12/01/2023“Me generan inquietudes los modos de vivir que atentan contra la libertad del modo de vivir de otras personas”, dice. Detesta más que le digan Cami que Camila, “pero Camu es el que yo elegí que sea mi nombre y el otro me lo pusieron como el bautismo y toda la ropa pedorra cuando tenés 0 años”. Ahora tiene 29.
Gustavo Fripp
Stand up, no existía hecho por gente de Colonia del Sacramento antes de 2015. Ese año encontró a la Camu trabajando como “moza, bachera, encargada y cajera” (se ríe, cuando recuerda esto) en el entonces Que lo Parió Mendieta, allá en el Barrio Sur cuando el escritor y profesor suyo de Literatura en el CeRP, Leo Lesci, que iba a presentar en ese mismo lugar un libro de la palmirense Malena Gonzalez, le propuso que haga un stand up. “Yo no hago eso” le dijo la Camu. Y él le contestó: “Dale que lo hacés todo el tiempo”. La Camu se fue masticando la idea hasta su casa. “¿Qué escribo?¿De qué escribo?”. Leonardo le contestó: “De lo que más sepas, de lo que más te sientas cómoda”.
Sintió que Lesci vio algo en ella “que luego yo también lo vi, o que ya lo sabía, pero nunca había imaginado porque vengo de una familia que piensa que el arte es de los jipis y nadie vive del arte y es muy difícil considerar vivir de algo que ya te dijeron que no”.
En setiembre de ese año, en el que estudiaba profesorado de Historia, presentó su primer monólogo en el Mendieta. “La Selva” se llamaba. Hablaba allí de los cambios que sintió al trasladarse de su Cardona natal hacia Colonia del Sacramento, donde vive hace diez años y “lo que una imagina que es una carrera y lo que es estudiarla en Colonia”.
Ese día descubrió que era lo suyo. “No solo que era lo mío, sino cómo lo disfruto” dice. Y cuenta, que es “una forma de ser, porque yo no actúo, no es que me suba a un escenario y sea un personaje”, sino que “hola, soy Camu y hago ésto”.
En 2017 golpeando puerta a puerta y “ofreciendo empanaditas”, empezó con sus “Empanadas Cósmicas” y con el tiempo “a lo que le di mi toque personal en la forma de venderlas y todo la gente me empezó a hacer pedidos”. En ese proyecto sigue, con sus pausas, hasta hoy. Se levanta a las siete de la mañana para elaborarlas ya que amasa y hace el relleno “porque todo es casero”. Los mejores días llega a vender como 70, “lo que es un arduo trabajo”.
“Tengo un tatuaje y todo con mis empanadas” cuenta, y asegura “que el encuentro con la gente es muy bueno” ya que le dejan propina como “porro, dulces, me esperan con fernet y me voy mamada de la casa de las personas” (se caga de la risa). Aunque cuando “hay laburo estable, he sido moza, cocinera y ayudante de cocina”. Varios turistas se sorprendían cuando en algún bolichón del Barrio Sur, la moza, luego de servir un plato en alguna mesa y con su delantal puesto, dejaba todo lo que estaba haciendo para pararse, con un repasador en la mano, a cantar alguna canción junto a algún músico callejero. Y por supuesto se ganaba el asombro primero y enseguida los aplausos, el cariño y hasta un poco más de propina.
También trabajó un año en la panadería Centenario, donde hacía 100 milanesas al pan por día. “Me levantaba a las cinco de la mañana y fue un cambio en mi vida porque yo me acuesto a las cinco de la mañana…así que fue duro, pero me había mudado sola y necesitaba comprarme muebles y también sentirme segura que podía laburar con lo otro”. “Cuando lo sentí lo solté”.
Dice que “recién ahora siento y pienso que puedo vivir del arte” ya que al principio “simplemente fue una aventura”. De hecho lo hizo “sin pensar que lo iba a seguir haciendo o que me iba a dedicar a ésto”. Cuando dejó el CeRP, al empezar 4.° año, no lo dejó porque pensara que iba a vivir de eso, sino porque sentía “que era una carrera que había sido elegida por mis padres y no por mí y yo quería hacer otra cosa”. Después “pasó el tiempo, me fui conociendo también en eso de mis monólogos, porque los de 2015 no son los mismos que los de ahora” dice, y resalta que “de hecho empecé actuando 20 minutos y ahora mis shows demoran una hora, hora y media… he llegado a estar dos horas arriba del escenario si la gente acompaña”. Y la gente acompaña…

“Cada monólogo tiene una temática puntual: fachos, feministas, coger, el sexo sin tabú” dice, asegura tener escritos “alrededor de 25” y asume que son “autorreferenciales y re- egocéntricos”. “Porque a mí me pasó, a mí me pasó, a mí me pasó”. Escribe sobre “lo que me va generando inquietudes” como “la política, el feminismo y lo que va rodeando al mundo o nos va rodeando a todos, como el Mundial” donde hizo “Problemas Mundiales”, que en realidad “en ningún momento habla del Mundial porque siento que los problemas mundiales son otros”. “Las personas también” dice, “me generan inquietudes” o más bien “los modos de vivir que atentan contra la libertad del modo de vivir de otras personas”, como la de “los fachos o los miliqueros”. “Es lo que me va pasando, viste? Si un día me levanto y estoy re-quemada con Moreira le dedico un monólogo” redondea. “De hecho tengo dos dedicados a él”.
La Camu que las placas en las redes anuncian que va a estar actuando en tal y cual boliche de Colonia, Santa Ana, Juan Lacaze o Montevideo es la misma que se hizo en la calle, junto a los artistas de la calle y la bohemia. “Yo soy eso, pero no siento que el arte sea ‘cosa de’; el arte no es cosa de jipis, de lúmpen, de sucios, que es lo que mi madre me quería convencer…el arte es arte”. Y asegura que ella es “eso”. La de la calle. “Yo surgí ahí, ahí están mis amigos, es donde más me siento cómoda y realizada” a pesar de que “capaz que no me dejo los pelos en los sobacos y me baño todos los días”.
“Con el stand up fue muy loco porque pasé cuatro años haciendo muy poco. Escribía muy poco”. Hasta que le vino “como una verborragia de escribir, escribir, escribir”. Fue así que en 2020, “en plena pandemia” actuó en un lugar donde fue “tanta, tanta, tanta gente que el lugar colapsó, tuvieron que salir a buscar mesas, sillas, todo” y estaba toda llena la vereda. “A mí ese día la vida me cambió, me empezaron a llamar, iba mucha gente a verme, que nunca me pasó” dice, y recuerda cuando en ocasiones en el Mendieta, pocos años antes, “a veces no iba nadie”. “Y como todo es contagioso, a veces cuando hago un monólogo, al otro día de otro lugar me llaman”.
En esa oportunidad hizo “Coloniavirus”, un monólogo sobre “la pandemia, las pasantías de Moreira y vivir en pandemia con pasantías en Colonia, medio así”.
El 2022 encontró a una Camu que pudo empezar a vivir de ésto que tanto le gusta, disfruta, y que tanto hace disfrutar a mucha gente. En diciembre realizó seis espectáculos, uno de ellos en la capital, “un cumpleaños, el primer show privado que me contrataron”.
Sin embargo también piensa en irse, ya que en Colonia “quieras o no, como artista tenés un techo, repetís lugares todo el tiempo porque no hay tantos”. “Colonia es medio trabado para el de a pié, es difícil, es chato culturalmente”. Considera que “la gente te tiene que probar y probar y probar” hasta que “en una dice que sí, qué bueno”. Y si bien ahora su propuesta “hizo como un boom”, cuenta que estuvo “años haciendo ésto y nadie me daba ni pelota”.
Nada mal para quien se considera a sí misma como “la más berraca del stand up”, ya que “claramente de acá a la vuelta soy la única que hace eso, por eso no hay registro de comparación”.