
Final anticipada de Francia: la guerra de los contrabajistas
16/12/2022Este sábado al mediodía la atención de Francia se traslada de Qatar a París y otras ciudades donde están previstas protestas de contrabajistas que se ven impedidos de viajar con sus instrumentos en el sistema público de trenes. “Aún no se si podremos hacer algo en Besançon”, dijo Vladimir Torres (FOTO), hijo del músico lacazino Richard Torres: “estoy esperando respuestas de compañeros, pero muchos están de gira”.
Luis Udaquiola
Torres tiene 43 años y nació en Francia tres años después de que sus padres y abuelos paternos llegaran como refugiados políticos en 1976. “Mis abuelos son Hilda Miranda y Washington Pino Garin de Juan Lacaze”. Además, “tengo dos hijos y el mayor de 16 vive en Montevideo: unas cuantas cosas me unen a Uruguay”.
Actualmente vive en Besançon, 400 km al Este de París, cerca de Suiza, a medio camino entre Lyon y Strasbourg. “Mi padre vive pegado a París; mi mamá volvió a Uruguay por 11 años, regresó hace dos y vive a menos de una hora de Besançon”.
Torres estudió contrabajo de manera “autodidacta”, y siempre “he vivido de la música, de los conciertos que son mi forma de ganarme la vida”. El sonido del contrabajo se produce por la vibración de las cuerdas al ser frotadas con un arco, aunque también puede producirse pulsándolas con las yemas de los dedos, al modo del bajo eléctrico o el tololoche mexicano, técnica que recibe el nombre de pizzicato o pellizco.
Todo venía bien hasta que algo inesperado surgió al término de la pandemia: “yo me paso viajando, actualmente con mi grupo, y cuando vas de pueblo en pueblo para conciertos utilizamos los trenes comunes porque de otra forma no te da el tiempo”, explicó. El problema es que “cuando retomamos después del Covid, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF) empezó a multarnos por el transporte del instrumento”. Incluso a varios músicos se les ha negado llevarlos.
Según su normativa, la SNCF “acepta patinetes, bicicletas eléctricas, tablas de surf, esquís, cochecitos, sillas de ruedas, cañas de pescar… El ‘equipaje especial’ no debe superar los dos metros”, recordó Le Monde el 30 de noviembre. Según Torres estas medidas no se justifican. “No sabemos de dónde ni por qué vienen esos cambios. Las opciones son alquilar un auto o viajar con el propio, pero acá el litro de gasoil cuesta dos euros desde marzo. Entonces los viáticos aumentan y hay lugares que ya ni pueden contratarnos”.
El músico contó que algunos contrabajistas “siguen tomando trenes sabiendo que tendrán que pagar multas (ciruelas en la jerga popular) de hasta 150€, aunque tengan derecho a asiento y viajen en la plataforma entre dos vagones para no estorbar. Sistemáticamente nos arrancan la cabeza”. Para empeorar, “están previendo una ley de transportes que impida subir al tren con un instrumento grande a partir de enero. Hubo peticiones y se escribió al Ministerio de la Cultura y al de los Transportes, pero nada ha cambiado”.
Está circulando una petición con 45.000 firmas, y si bien ahora se toleran los violonchelos, los contrabajos aún permanecen en la picota. “Siete senadores están preocupados. Tres comisiones del Ministerio de Transporte se encontraron con dos comisiones del Ministerio de Cultura. Sin resultado”, resumió Le Monde.
A partir de 2010, varios fabricantes pasaron a fabricar contrabajos ‘de viaje’ de menor tamaño para cumplir con los requisitos de las aerolíneas. Si bien tienen un cuerpo mucho más pequeño de lo normal, conservan todas las características necesarias para tocar. Aunque estos instrumentos de cuerpo más pequeño parecen similares a los bajos verticales eléctricos, la diferencia es que los bajos de viaje de cuerpo pequeño siguen teniendo una cámara acústica hueca bastante grande. Un segundo tipo de bajo de viaje tiene un mástil abatible o desmontable que hace que el instrumento sea más pequeño cuando se embala para transporte.