Cuatro funciones gratuitas celebran 30 años de DePalmira Teatro

Cuatro funciones gratuitas celebran 30 años de DePalmira Teatro

17/12/2022 17/12/2022

Cuatro espectáculos a partir de este domingo celebran en Nueva Palmira los 30 años de su grupo teatral DePalmira. “Aunque no todos están visibles, sumando elencos, integrantes de la comisión directiva y taller para niños somos cerca de 30”, dijo el actor y director Leo Fernández (al centro en la foto), el único de los tres fundadores que permanece.

Luis Udaquiola

Será como un festejo gitano presentando las cuatro obras en cartel. “Este domingo 18, día de nuestro cumpleaños va Calaveras y fantasmas en un escenario montado en la Dársena Higueritas; y luego pasamos a nuestra sala: el lunes Mi amigo Zeus, el martes mi unipersonal 22, y el miércoles cerramos con Miracolosa, una comedia para reírnos de nosotros mismos, todas a las 21 horas y con entrada gratuita”.

Fernández tiene 50 años y es el único de los tres fundadores que permanece activo: la maestra y actriz Nelly Pons falleció este año, y María del Carmen Soria, aunque “le encanta actuar y es muy talentosa”, abandonó la actuación por distintos motivos.

En el comienzo de la década de 1990 tenía 17 o 18 años y buscaba algo “que no sabía lo que era” y tampoco se reflejaba en las actividades de sus compañeros. “Y ahí me enamoré de la actuación y del teatro”. Viéndolo en perspectiva, recuerda que fue “como una movida cultural post dictadura en la que aparecieron algunos talleres de iniciación teatral promovidos por la Intendencia”, y que él se inscribió en uno con el actor y director Eduardo Grosso que “es parte de nuestra historia” y cuya trayectoria de 50 años acaba de ser reconocida por la Asociación de Críticos Teatrales de Uruguay (ACTU).

Luego llegó a sus manos, “a través de un querido profesor de literatura”, un libro con dos obras breves de Tennessee Williams (1911 – 1983), y fue lo que faltaba para decidirse a invitar a Pons y a Soria a crear un grupo teatral. Se reunieron en el Club Palmirense, “que fue nuestra casa por mucho tiempo”, y ahí “con las pocas ideas que teníamos empezamos a ensayar y a pensar en una puesta en escena”. La obra escogida fue Cena desagradable.

Habían pasado dos años desde el taller impartido por Grosso, pero lo buscó en procura de apoyo “y lo encontré, por teléfono en la Casa de la Cultura de Colonia del Sacramento: me dijo ‘dame dos o tres días y voy’”. Y vino. “La vio, nos dio un par de indicaciones y se despidió con la promesa de volver en un mes. Nosotros quedamos como fascinados, porque no podíamos creer que aquello podía llegar a hacer una puesta en escena. Al mes y medio o dos volvió, hizo otro par de cambios, marcó un par de cosas y dijo: ‘dentro de un mes vuelvo y vemos si está para estrenar’. Nos queríamos morir”.

Al mes y pico, ya llegando diciembre, vino, “y mirá lo que son las casualidades o causalidades: él no nos había dicho nada, pero en ese mismo tiempo había estado armando con la Comedia Municipal un espectáculo que se llamó Oh, viejo y querido Tennessee, con varias obras cortas del autor al que incorporó la nuestra. Ese estreno fue el 18 de diciembre de 1992 y ahí nació DePalmira Teatro”.

Fernández recuerda que fueron dos funciones repletas en el Club Palmirense “que nos aseguraron nuestro primer público”, y que al año siguiente la Intendencia “nos mandó un docente: se organizaron talleres, se empezó a incorporar gente y arrancó esta historia que no ha parado en 30 años”.

Entre los hitos del período, Fernández destaca en primer lugar el funcionamiento institucional. “Nosotros somos un colectivo con personería jurídica desde hace 20 años, y contamos con una comisión directiva que es la que marca todo, también lo artístico, para que perdure en el tiempo”. Si bien actualmente comparte con Mercedes Rusch la dirección de distintos espectáculos y talleres, “antiguamente era esta comisión que determinaba, por ejemplo: vamos a trabajar un par de años con, no sé, Roberto Buschiazzo de Fray Bentos, o vamos a traer a Ismael Baillo de Montevideo, o a Eduardo Grosso”.

Teatro para niños no es teatro menor

Otra particularidad es el autofinanciamiento con los propios espectáculos. “Durante muchos años dimos vueltas por clubes sociales, la sede de la asociación de pasivos y un día un vecino nos prestó un galpón donde estuvimos un par de años. Después lo pidió porque lo precisó y nos prestaron otro local, y hace diez años una compañera nos cedió una casa y eso nos dio mucho crecimiento: nos permite recibir unas 80 personas por función, traer más espectáculos invitados, dar nuestros talleres. Gracias a los apoyos de la Asociación de Teatros del Interior (ATI) y del Fondo Nacional de Teatro (Cofonte), contamos con luces, sonido, escenografías y vestuarios obtenidos por la comisión que ha trabajado mucho y cuida todo eso como oro. El espacio actual fue dado en préstamo, pero nuestra ilusión es que en algún momento sea propio”.

Leo Fernández (izq.) es el único de los tres fundadores de DePalmira que permanece activo. (Der.) Mi amigo Zeus de Alfredo Iturburúa es producto del taller de niños de este año (arriba). Miracolosa es una comedia «para reírnos de nosotros mismos» (centro). Hace un año el grupo DePalmira logró los premios Florencio del Interior en las categorías Mejor Espectáculo con la obra 22, y a la Dirección, que correspondió a Mercedes Rusch (abajo).

Otra cosa que les permitió crecer mucho, “fue un taller departamental de docencia teatral con Roberto Jones, organizado por la Intendencia de Colonia, porque a varios nos permitió largarnos a dar clases y ahí empezó a surgir nueva gente y después hicimos talleres de dirección”.

Después, a través de ATI, “tuve oportunidad de cursar una tutoría de dirección de teatro para niños con Gabriel Macció, y eso trajo aparejado que nuestros productos sean 100% palmirenses. Creo que lo lindo de las nominaciones a los Florencio de Señora Macbeth y luego de 22, el unipersonal que yo protagonizo, es que fueron espectáculos muy nuestros. Eso nos llena de orgullo, porque en cierto modo coronan 30 años de trabajo”.

DePalmira presenta frecuentemente obras para niños. “Siempre buscamos fomentar el teatro y las ganas de ver teatro a los niños. Me encanta y me parece un buen desafío. A veces se cree que es un teatro menor, pero para mí es mucho más difícil porque el niño tiene una cosa maravillosa que es la falta de hipocresía: si se aburre porque el espectáculo no lo atrapa, empieza a conversar o a bostezar”.

La vocación y el compromiso con el teatro le han llevado a dirigir talleres en Carmelo, y los grupos Animarte de Agraciada y Juan Ángel de Ombúes de Lavalle. La obra del primer elenco, Ana quería ser muñeca de Raquel Diana, en la que actúa su esposa, fue reconocida durante la última bienal de teatros del interior y se presentó en Montevideo en noviembre.

Fernández tiene dos hijas grandes, Lucila y Selena, pero como a veces la realidad supera la ficción, diría Oscar Wilde, hace 15 años se reencontró con Lucía, una ex alumna de un curso de teatro infantil (le lleva 12 años), y ahora tiene dos hijos pequeños: uno del corazón, Juan Pablo, y Agostino. “Los míos, los tuyos y los nuestros”, resume.

Un llamado del Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE) para ‘circulación de docentes’ al que accedió durante los últimos dos años, le permitió “conocer gente de Uruguay y de afuera”, pero no vivir del teatro. Hace 26 años trabaja en la empresa de transporte Berrutti, “me encanta lo que hago y soy feliz con mi trabajo”, y antes lo hizo en Touriño.

Cuando pase el festejo, “se vienen nuevos talleres de iniciación teatral para jóvenes y adultos, y pensar algún espectáculo para presentar en los próximos encuentros regionales. A más largo plazo, lo que todos deseamos desde el alma es la sala propia para asegurar la permanencia. Estamos en un lugar que es maravilloso, pero no es nuestro”.

Fernández avisa “al montonazo de personas que aman este arte y lo apoyan”, que pretende “llegar a los 50 años de DePalmira”. Él “estaría con 70, pero creo que sí, las ganas me sobran”, dice y se ríe.