Ex presa política agradece a “niños valientes” en libro

Ex presa política agradece a “niños valientes” en libro

18/11/2022 18/11/2022

La ex presa política Helen Abella Honegger presenta este viernes 18 en Montevideo su libro Tenía que contártelo, en el que agradece a los niños que visitaban los centros de reclusión “por regalarnos, al compartir sus juegos y fantasías, un aire de libertad en circunstancias tan difíciles”. La actividad se desarrollará a partir de las 19 horas en el centro cultural Terminal Goes, y si bien es gratuita, quienes quieran pueden llevar un alimento no perecedero para la olla que funciona en el lugar.

Abella nació en Juan Lacaze, integró el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), y estuvo detenida entre ⁣abril de 1972 y julio de 1978. Su libro “surge de los recuerdos que tengo de los niños que nos iban a visitar en el período de detención, tanto en cuarteles como en la cárcel de Paso de los Toros durante la dictadura que vivió nuestro país”, cuenta en el prólogo. Surgido a mediados de los años de 1960, el MLN ya había sido derrotado en 1973 cuando se produjo el golpe de Estado cívico-militar.

La autora dedica el libro a su compañero de vida, Carlos Spuntone, también ex integrante del MLN, porque “no estaría naciendo hoy sin su apoyo incondicional”. Los niños a los que se refiere “eran pequeños que viajaban con sus respectivas familias, realizando un periplo de cuarteles y cárceles, muy difícil por las distancias y por la situación económica”.

Las visitas en los cuarteles, relata, “fueron pruebas emocionalmente duras. Los niños lloraban para abrazar a sus madres cuando prohibían el acercamiento entre ellos para un abrazo, un beso. Otras veces sentían extrañeza por esa mujer que era su madre, a causa del largo tiempo que transcurría entre visita y visita, y el niño la desconocía”.

Abella recuerda que “cada cuartel tenía sus normas que debían acatar tanto los familiares e hijos como las presas. En la cárcel de Paso de los Toros, los niños hasta los 11 años podían pasar unas horas con sus madres en el celdario”. Y a las mujeres del lugar “se les permitió recibir a sus hijos todos los días varias horas. Otras recibían a los niños cuando la familia podía traerlos, ya fuera una vez al mes, cada dos o tres meses y algunas vieron a sus hijos una o dos veces al año”.

Cuando los niños “entraban al celdario los veíamos en brazos de sus madres o entrando y saliendo de las celdas, correteando por los pasillos esquivando a las compañeras: esas tías que las circunstancias de la vida les habían regalado. En muchas oportunidades fui elegida por algunos de ellos para jugar, bailar, dibujar, ser parte de sus juegos. Fueron momentos entrañables que se convirtieron en inolvidables”.

La autora recuerda las visitas de su propia hija, María Eugenia, la primera cuando tenía cerca de un año y habían transcurrido cuatro meses desde su detención. “Había crecido y se encontraba desconocida (…) Mi niña se dejó abrazar y besar, luego separó su cara y estiró los brazos hacia mi hermana, a quien en el intercambio oí que llamó: ‘Mamá’. Y en ella se acurrucó”.

En aquellos años los niños de 12 “eran considerados adultos. Debían ir al locutorio desde donde veían y hablaban con sus madres detrás de las rejas que cada uno tenía y separados por un pasillo, por donde se paseaba un guardia, vigilando lo que decían o hacían”. Abella admite que es “imposible nombrar a todos”, pero sabe “que fueron niños valientes, que sufrieron, que nos abrieron sus corazones para regalarnos la esperanza. A ellos mi admiración”.

Desde 2016 participa en el taller Letras y Momentos, coordinado por el escritor Walter Cortazzo en el propio Centro Cultural donde presenta el libro. La ilustración de portada es un dibujo de María Eugenia en el invierno de 1975. Esta noche la acompañarán la bailarina Clo Piretti Villamil, y dos de sus nietos: Gastón González (guitarra y voz) y Juliana González (actriz).

Al liberar estos recuerdos, Abella se inspiró en el escritor Julio Cortazar: “simplemente por el rebelde motivo de ‘seguir viviendo con la vana esperanza de que el olvido no nos olvide demasiado’”.