
Amarillo, color emergente en los campos colonienses
14/11/2022El amarillo de la colza de los campos colonienses atrae a los apasionados de la fotografía, es verdad, pero sobre todo desafíos para los productores y divisas para el país. Este año se sembraron 267.263 hectáreas de colza en Uruguay.
Leandro Costabel
Este oleaginoso de origen asiático, perteneciente a la familia de las crucíferas, es propicio para extraer aceites y se cultiva en dos especies: brassica napus y brassica campestri. Si bien durante dos décadas el cultivo estuvo rezagado a niveles mínimos de producción en Uruguay, a partir de 2017 hizo su despegue alcanzando un récord histórico y sosteniendo luego un continuo crecimiento.
“Este año, motivado por los buenos precios del mercado internacional, se apostó a este cultivo” dijo César Félix, ingeniero agrónomo de la empresa Sociedad de Fomento de Colonia Valdense (SOFOVAL). “Además, en las zonas productoras principalmente en Canadá, hubo problemas en el cultivo y eso aumentó la demanda internacional”. En el comienzo de la cosecha el precio de la tonelada alcanzó los 550 o 600 dólares.
La colza es una especie relativamente nueva en el país, totalmente diferente a las que siempre se sembraron en invierno (trigo y cebada), siendo esto beneficioso para el control de posibles enfermedades y plagas. En Uruguay no se han presentado en forma grave o limitante y si aparecieran pueden ser igualmente combatidas con los productos y dosis ya usadas para otros cultivos.
A juicio de Félix, otro beneficio es que “se cosecha más temprano que el trigo y la cebada, y esto ayuda a la rotación de cultivos en tiempo y forma para luego sembrar soja”. El primer puesto entre los consumidores de colza lo ocupaba Alcoholes del Uruguay (ALUR), pero en la actualidad y debido al crecimiento de la especie se exporta en bruto.
Pablo Foderé, productor y contratista rural de Ombúes de Lavalle, trabaja con colza desde hace siete años y contó que “todavía está aprendiendo a manejarla. Su siembra hace que se diversifique la producción del departamento. El aporte en cada zafra de mayor variedad de cultivos, permite lograr un buen uso del suelo”.
Foderé recordó que “cuando a los países grandes no les va bien en cuanto a producción, el precio aumenta y a nosotros nos va bien. A nadie le gusta que Canadá, Estados Unidos, Argentina o Brasil tengan problemas productivos, pero eso muchas veces genera aumento de precios que nos beneficia”.
Si bien el cultivo de colza ha crecido, dijo que no es el mayormente sembrado porque la cebada sigue siendo el principal cultivo de invierno para el país. “Este fue un año extremadamente seco para los cultivos invernales, no llovió lo normal en otoño, ni en invierno ni tampoco en primavera, pero con el buen manejo de la producción tanto en aprendizaje como en insumos además de la inversión realizada, se están logrando rendimientos bastante satisfactorios”.
Se esperaba un rendimiento promedio de 1.700 a 1.800 kilogramos por hectárea. Foderé en particular ha cambiado algunas variables como elegir los campos para la siembra: de consistencia arcillosa, con buena permeabilidad y que no estén infectados de maleza. Mejorar la fertilización y optar por mejores herramientas para la implantación del cultivo. Es preferible sembrar con máquina plantadora en sustitución de una sembradora común o directa, ya que distribuye mejor el grano y lo coloca con mayor precisión. Se debe fertilizar lo antes posible con fósforo, potasio, zinc y boro. A veces se debe gastar en insumos más que con el trigo y la cebada. “Esto cambia el pensamiento que teníamos” reflexiona Foderé.
Hasta ahora utilizó plantadora de precisión a 38 centímetros de distancia, pero en el próximo año pretende sembrar a 19 centímetros, lo que podría llegar a mejorar el rendimiento. También a la cosecha se le debe prestar mucha atención pues es un grano muy pequeño. Si el recogimiento es directo se debe secar el cultivo con herbicidas. Otra opción es hilerar que permite emparejar la madurez del grano, reducir el riesgo de desgrano.
Con un rendimiento mayor de lo esperado, gracias al aprendizaje del manejo del cultivo, Foderé está conforme obteniendo un promedio de 2000 kilos por hectárea. En lo que lleva cosechado en esta zafra, a pesar de las inclemencias del tiempo, empataría los costos de producción y es optimista de sacar ganancias.
Y siempre está abierto al aprendizaje con el fin de “obtener los mejores resultados y romper los techos de rendimiento”.