Se llamaba Juan Carlos Curbelo. Una muerte hace 30 años

Se llamaba Juan Carlos Curbelo. Una muerte hace 30 años

01/08/2022 01/08/2022

El 1° de agosto de 1992, con el telón de fondo como hoy, de un nuevo aniversario de la Confederación Helvética, el intendente de Colonia Juan Carlos Curbelo recibió una descarga eléctrica mientras se duchaba y murió. Había asumido el cargo 30 meses antes y tenía 41 años. Un grupo de amigos encabezado por el alcalde Marcelo Alonso lo recordará este lunes a las 9:30 horas en el cementerio de Nueva Helvecia.

Luis Udaquiola

Igual que en el súbito final de la película italiana Il sorpasso (1962) – “se llamaba Roberto”, dice Vittorio Gassman a la policía sobre Jean Louis Trintignant, con la imagen del auto destrozado bajo un acantilado-, la muerte de Juan Carlos Curbelo hace 30 años sacudió a la opinión pública y dejó un enorme vacío.

Se había casado tres semanas antes en Carmelo con la carmelitana Adriana Arnoldi, y la cargó en brazos a la salida del club donde festejaron. El viaje de bodas incluyó Buenos Aires y Salto con una escala intermedia en la que sería su casa en Nueva Helvecia.

En la madrugada del 1° de agosto abrió la ducha y recibió una descarga eléctrica que le produjo la muerte. “Se comprobó que la instalación no tenía cable a tierra y al producirse el recalentamiento de la resistencia, produjo un cortocircuito que a la postre resultó fatal”, informó El País. El velatorio se realizó en el edificio de la Intendencia y el sepelio en Nueva Helvecia.

“Me parece oír el teléfono de mi casa llamando insistentemente antes de las seis de la mañana”, recordó en Facebook el periodista de Radio del Oeste, Hugo Raúl Torres. “Aún dormido, no lo podía creer: ¡mi vecino a media cuadra, el intendente!”

Fue el día “más frío, parecía que estaba nevando”, recordó el operador del cine helvético y admirador de Curbelo, Carlos Chorly Fernández, quien hace diez años editó un video sobre su trayectoria pública. Amante del cine, mantiene correspondencia con el actor Salvatore Cascio, el niño de Cinema Paradiso, y está convencido de que “solamente mueren las personas que se olvidan”.

A la única hermana de Curbelo, Teresita, le costó reponerse. “Me quedé sin familia: A mamá no la conocimos, éramos muy chicos cuando murió, y el mismo día que falleció Juan Carlos se cumplían 14 años de la muerte de nuestro padre”.

Ella es 15 meses menor que su hermano y aun vive, con su esposo, en la vieja casa “que era de los abuelos”. Fueron a la escuela N.º 40 “que nos quedaba a tres cuadras, y él cursó el liceo cuando estaba en la sede actual del movimiento Nuevas Generaciones frente a la plaza de los Fundadores. Yo cursé un año y luego nos mudamos para la sede actual”.

Eran “muy compinches: él tenía las ideas y yo las llevaba a cabo”, bromea. “Cuando éramos chicos las calles del barrio eran de tierra, había unos zanjones bárbaros, no había luz, no pasaba el recolector de basura ni nada, y un día que estábamos afuera con la tía que nos crió, él, muy pensativo, anunció: ‘Algún día vas a ver esta calle con hormigón e iluminada’”. La hermana se rió y él respondió: ‘Yo voy a ser político, vas a ver’.

“En la familia no hay nadie político”, se extraña la hermana. La tía que los crió les contó que el tatarabuelo había venido de España huyendo de la guerra, y que “leía el diario atrasado en el medio del campo, con el auxilio de un farol a mantilla, empezando por la sección política”.

En los años de 1960 muchos adolescentes de Nueva Helvecia se reunían después del almuerzo en el Centro Helvético para tomar te y, sobre todo, jugar al rummy. “Jugábamos generalmente como compañeros y éramos invencibles”, recordó el escribano Álvaro Greising quien junto a Curbelo heredaron la amistad “de nuestros padres que jugaban al truco”. El padre de Juan Carlos, Martín Curbelo, trabajaba como taxista y tenía parada frente al Centro Helvético.

Por entonces eran menores de 18 años y Greising lo había apodado Popy, diminutivo de Mateo Popovich, el peluquero ucraniano vivido por Jorge Porcel en el programa televisivo La Peluquería de Don Mateo.

Arriba: Juan Carlos Curbelo junto al líder del MNR, Carlos Julio Pereyra (centro) y al dirigente rosarino Héctor Blanco. Abajo: Junto al intendente Raúl Bianchi (izq.). En la inauguración de las tribunas del Club Nacional junto al titular del MTOP, Jorge Sanguinetti, a quien ganó la elección departamental por escasa diferencia (der.).

“Él siempre decía que sería político, lo llevaba en la sangre, y tenía ensayado un discurso para el día de la proclamación: (lo busca en la memoria) ‘en estos momentos que la democracia pasa uno de los momentos más conflictivos de su existencia, me permito dirigirme a ustedes …’”

Curbelo presidió la Agrupación Juvenil del Partido Nacional desde 1982 y fue electo edil departamental en la primera elección pos dictadura en 1984. En 1989 la Junta Departamental lo designó presidente, y en noviembre fue elegido intendente departamental.

Durante este tiempo viajó casi todos los días entre Nueva Helvecia y Colonia del Sacramento. Los fines de semana, junto a su hermana, visitaban a la novia de muchos años, María del Huerto Díaz, que entonces vivía en el campo y ahora está en Montevideo. “Es una hermana más para mí. Incluso me ayudó durante seis meses a cuidar a la tía cuando estuvo postrada”, contó Teresita.

1989. La campaña de los “blancos independientes”

“Los que no nos considerábamos herreristas, nos definíamos como ‘blancos independientes’ y nos aglutinábamos en la lista 504 del Movimiento Nacional de Rocha (MNR)”, recordó el arquitecto Héctor Blanco, quien compartió militancia partidaria con Curbelo a la salida de la dictadura. Oriundo de Rosario, trabajaba como subdirector de Arquitectura para la zona Este del departamento.

Ambos acompañaban la gestión del intendente carmelitano Raúl Bianchi, también del MNR, pero “teníamos una expectativa distinta: pretendíamos que quienes estaban en estos lugares tuvieran una mayor cercanía con la gente”. Resolvieron candidatarse, Curbelo a la Intendencia y Blanco a la Cámara de Representantes, y contra todo pronóstico, ganaron con margen en el congreso elector.

Para la Intendencia se confirmó un acuerdo con Por la Patria cuyos representantes más visibles eran el médico Mario Gayol de Rosario, suplente de Curbelo, y Waldemar Fernández de Carmelo, y para la Cámara de Diputados otro con la Unión Blanca Popular (UBP), que dirigía Uruguay Tourné: Blanco encabezaba la lista del MNR y el edil Alberto Badaracco la de la UBP. La más votada obtendría la banca.

“Y empezamos a trillar el departamento”, contó Blanco. “Absolutamente todos los días salíamos para algún lado, utilizando mi auto, un Gol gasolero que era más económico. A nada le dijimos que no. Una vez, por recomendación, fuimos a Palo Solo, un paraje cerca de la frontera con Soriano, y recuerdo que el hombre nos dijo: ‘estoy enormemente agradecido por la visita, pero los cinco votos de mi familia están seguros, y quizás valga más la pena recorrer barrios de ciudades grandes”.

Dos factores generaron sinergias y potenciaron la campaña: hasta unos días antes de asumir, Curbelo fue representante para el departamento de la empresa de chocolates Pernigotti -“lo conocían en todos los almacenes”-, y Blanco debía visitar localidades de la zona Este para dar seguimiento a las obras.

Si bien Curbelo ganó la Intendencia, el triunfo del herrerismo a nivel nacional trajo aparejada la elección como representantes nacionales de Carlos Garat y Edison Sedarri; los otros colonienses fueron Jorge Conde del Partido Colorado, y Thelman Borges del Frente Amplio. Tras la elección, Blanco pasó a dirigir el área de Arquitectura.

Para Curbelo no fue fácil, porque la intensidad de la campaña se prolongó en la gestión. “Él hacía culto de las relaciones personales”, recordó Blanco, “abría la puerta de su casa en Nueva Helvecia y ya tenía cuatro o cinco vecinos esperando para hacer planteos. Y los atendía a todos. Eso era en todos los rincones del departamento, y también en su despacho en Colonia del Sacramento, por lo tanto era agotador. En aquellos tiempos el intendente no contaba con chofer y usaba una camioneta VW Paraty, un vehículo de batalla no de alta gama como le dicen ahora”.

El año de su muerte, Curbelo presidía el Congreso Nacional de Intendentes donde defendió la patente única nacional y la descentralización de los municipios. A veces, cuando Blanco visita ciudades de la región Oeste, con frecuencia aún confunden su nombre con el del intendente desaparecido. “Me encuentro con la violencia que podría significar explicarles que no soy Juan Carlos, soy el otro, y prefiero no decir nada”.

Arriba: Curbelo se distinguió por su trato respetuoso, amable y horizontal. Abajo: Cantando a dúo con su amigo Maco Reyes (izq.). El entierro hace 30 años en Nueva Helvecia: uno de los cortejos más multitudinarios que se recuerda (der.).

Hablar de su ex compañero de militancia le provoca un sentimiento contradictorio: “por un lado me gusta compartir mi conocimiento sobre Juan Carlos, pero por otro me lleva a recordar cosas que fueron muy dolorosas”.

Un caudillo ‘sin techo’

En 2012, en ocasión de los 20 años de su muerte, Chorly Fernández y Rodolfo Nollenberger editaron un video conmemorativo que se proyectó en el Centro Helvético.

Allí el intendente Carlos Moreira lo recordó en los primeros años de 1980, en la lucha para recuperar la democracia: “éramos los dos fogosos oradores en un tiempo en que clamar por la reconquista de las libertades no era tarea sencilla”.

El investigador histórico y ex director de Cultura de la Intendencia de Colonia, Omar Moreira, profesor de Curbelo en el liceo local y luego en el liceo Daniel Armand Ugón, lo recordó como “un político de acción más que de pensamiento: quería actuar sobre una realidad y su mirada era muy amplia. No era un hombre sectario sino alguien muy tolerante”.

El ex intendente de Cerro Largo, Rodolfo Nin Novoa, lo conoció durante la campaña de 1989 todavía dentro del lema Partido Nacional que él abandonaría en 1994. “Era joven, emprendedor, inteligente. Me pareció que era un hombre de gran futuro y lamentablemente su temprano fallecimiento truncó una carrera política muy importante”.

Matilde Rodríguez, viuda de Héctor Gutiérrez Ruiz y ex directora de Acción Social y Derechos Humanos de la Intendencia de Colonia durante la gestión de Walter Zimmer, dijo en el video que lo veía como “una figura muy prometedora: todo lo hizo en buena ley y obtuvo los resultados que su talento prometía”.

En el mismo audiovisual, el escritor Rodolfo Leizagoyen sostuvo que Curbelo en la Intendencia se sintió como pez en el agua, y que fue “un líder sin techo en el Partido Nacional: un muchacho sencillo pero con gran potencial como orador, como ejecutor”.

La figura de Curbelo siguió creciendo aún tras su muerte y a contrapelo de algunas irregularidades cometidas por colaboradores estrechos que detectó su sucesor, Mario Gayol, y dieron lugar a procesos judiciales.

“Con la muerte de Juan Carlos Curbelo queda trunca una gran promesa de fecundas realizaciones para el país”, dijo Carlos Julio Pereyra a El País hace 30 años. “Un hombre sumamente modesto, por lo que tuvo que abrirse camino por sí mismo y lo hizo exitosamente (…) Estamos seguros que de haber vivido, hubiera sido un hombre prominente en la vida política nacional”.

Anoche, tras participar en el primer acto por el aniversario de la Confederación Helvética, el alcalde Marcelo Alonso dijo a LVA que la gestión de Curbelo alienta a “hacer, trabajar y dejar todo por nuestra gente, y que siempre prime, como decía él, lo importante sobre lo interesante”.

En una nota que publicó en Helvecia, Chorly Fernández reflexionó: “Tu recuerdo vivirá por siempre en nuestras vidas y será transmitido de generación en generación: así lo haré”.