Oscar Buschiazzo convierte “lo trivial y lo cotidiano en literatura”

Oscar Buschiazzo convierte “lo trivial y lo cotidiano en literatura”

11/04/2022 11/04/2022

En febrero en La Paloma, donde vive, y hace unos días en Montevideo donde transcurrió la mayor parte de su vida, el lacazino Oscar Buschiazzo ha presentado su primer libro: “De las pequeñas cosas”. Habrá otras en el departamento de Colonia.

Luis Udaquiola

Tal como describió el poeta Elías Regules en Mi Tapera, las historias que Buschiazzo presenta en su obra prima son “chicas para el mundo, pero grandes para mí”. El libro fue publicado por Rumbo Editorial y tiene 112 páginas. “Van a encontrar cuentos y relatos, algunos biográficos y otros que presento como tales, aunque no lo son”, avisa.

Para el coordinador del taller literario que frecuenta desde que se jubiló y alentó la salida de este libro, Lauro Marauda, son “textos breves, eficaces, basados en un impacto central o en una reflexión que se desea compartida con el lector, nunca llegan a lo trágico e implican normalmente un optimismo poco habitual en nuestras letras”.

Buschiazzo acaba de completar 71 años. Ejerció la docencia directa en educación media y universitaria, fue subdirector en educación tecnológica media, y director en el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU). Tiene un diploma en Ciencias Sociales con mención en Educación, y realizó estudio de maestría en política educativa en la Universidad Alberto Hurtado de Chile.  

Su periplo vital lo llevó físicamente de Oeste a Este, de Artilleros a La Paloma, aunque no nació en el balneario coloniense. “A la altura del kilómetro 151 de la ruta 1 y en sentido contrario al camino de acceso a la playa, había una base de Vialidad y otro camino que pasa por el pueblito de Artilleros”. Por entonces los Buschiazzo era 11 hermanos, de los cuales hoy sobreviven ocho. “A cerca de dos kilómetros por un camino de tierra teníamos la escuela N° 25”.  

En junio de 1959 la familia se mudó a Villa Pancha en la vecina Juan Lacaze. La escuela N° 100 tenía solo dos salones de clase: de mañana para tercero y cuarto y de tarde para primero y segundo. Entonces ocurrió que “todas las pestes que no había tenido en el campo, me las agarré ahí y no volví hasta mediados de agosto”. Al retornar lo pasaron de segundo a primero.

De 1961 a 1963 cursó 3°, 4° y 5° en el colegio “San Juan Bosco”, y para comprobar una vocación religiosa que luego no prosperó, cursó 6° en el colegio salesiano de Manga en Montevideo, y 1° y 2° en el liceo Juan Jackson.

Para entonces ya había resuelto renunciar, pero recibió la oferta de completar 3° y 4° en el Colegio Pio. De retorno a Juan Lacaze cursó Preparatorios en Colonia Valdense. En agosto de 1969 fue detenido bajo el régimen de medidas prontas de seguridad, tras el intento de colocar flores en el busto de Artigas por el primer aniversario del asesinato de Líber Arce. Estaban con él el estudiante rosarino Carlos Martínez y los lacazinos Nitty Schenck y Ruben Quintana.

En el cuartel de Colonia se encontró con su hermana Cecilia, que era adscripta en el liceo de Juan Lacaze, y varios docentes detenidos en una reunión no autorizada en el parador La Sombrilla de playa Verde.  

En 1971 ingresó a la Facultad de Derecho, conoció a Zully Cuadrado que venía de Tacuarembó, y juntos se emplearon en la Fundación de Cultura Universitaria. “No recuerdo de quién fue la idea, pero ambos resolvimos preparar nuestro ingreso al Instituto de Profesores Artigas”.

En esa época no había fotocopias y los resúmenes se duplicaban con papel carbónico. “Íbamos a la Biblioteca Nacional, la de Ciencias Económicas, y la del IPA que entonces estaba en la calle Sarandí”. En 1972 su hermana Cecilia volvió a ser detenida, y su esposo Aldo Vaia, esta vez por su pertenencia al Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Tupamaros.

Las dos presentaciones de este año tuvieron cierre musical. (Izq.) Arriba en el Centro Cultural de La Paloma el autor entre Lauro Marauda y Mariela Huelmo, y los músicos Claudio Lembo y Alejandro Elías. Abajo en el Centro Cultural Terminal Goes de Montevideo, Oscar Buschiazzo entre Felipe Ruete de Rumbos y Lauro Marauda, y los músicos Claudio Lembo y Gustavo Pacho Martínez.

El hecho de hospedarse, como decenas de estudiantes lacazinos en el Hogar Textil, lo convirtió en testigo de la muerte del dirigente sindical e integrante del MLN, Luis Correa, abatido a dos cuadras en 1971, y luego del secuestro y posterior asesinato de la estudiante Nibia Sabalsagaray en 1974.

En 1976, luego que liberaran a su hermana del cuartel de Paso de los Toros, él mismo estuvo preso en la base aérea Boiso Lanza por un confuso episodio relacionado con la seccional Malvín del Partido Comunista.

“Aprendido en la infancia o en el pueblo chico”

Ese año egresó del IPA y terminó su vínculo con Fundación de Cultura Universitaria para formar el taller mimeográfico NOAS, sigla de ‘Nos obligan a salir’. De su primer casamiento en 1977, Buschiazzo tiene tres hijos -Sofía, Martín y Gabriel-, que le han dado tres nietos: Eduardo, Maia y Luciano.

Si bien durante la práctica docente en el último año “figuramos como profesores precarios, fui de los que no pudo dar clases hasta 1985. Recién a fines de 1987 obtuve la efectividad”.

En mayo de 1986 ingresó como ayudante del profesor Alción Cheroni en el curso anual Historia de la Ciencia en la entonces Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias Afines (Eubca). En el Plan 1987 la carrera fue reformulada a cuatro años y estos cursos pasaron a ser semestrales. En 1994 Buschiazzo pasó a ser encargado del curso de Proceso cultural del Uruguay, y si bien se jubiló en 2008 continuó a cargo del curso por otros diez años.

Simultáneamente dio clases también en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (1990 a 1996) y en la Facultad de Ciencias (1995 a 2000).

La idea de unir la Eubca y la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (Liccom) en una única Facultad de Información y Comunicación, cobró fuerza durante el rectorado de Rafael Guarga (1998-2006). El proceso demoró varios años y no solo involucró a docentes, estudiantes y graduados sino también a los funcionarios de ambos servicios.

En este escenario Buschiazzo fue designado coordinador interino de la Maestría en Información y Comunicación. “Para mí fue un honor y una gran responsabilidad, porque no era ni bibliotecólogo, ni archivólogo, ni licenciado en comunicación”.  

Alrededor de 2008, luego de jubilarse, conoció a través de la también lacazina Lía Schenck el taller literario “Ruben D’Alba” que coordina Lauro Marauda. Por entonces funcionaba los viernes en la Casa Bertolt Brecht; luego pasó a un espacio de la calle Tristán Narvaja y actualmente tiene su sede en la Casa de Vecinos de La Aguada.

Buschiazzo disfruta del ambiente creativo que aproxima a amantes y aficionados a la escritura, con escritores y músicos, incluso de otras localidades como Rosario donde también se desarrolla un taller. Desde que ingresó ya participó en tres libros colectivos, el más reciente en plena pandemia, y resolvió publicar el propio.

“Con pulso firme, gusto por lo pequeño, aprendido en la infancia o en el pueblo chico, Buschiazzo ha creado una galería que despierta las ganas de ser visitada una y otra vez. Ha subido la categoría moral de sus actores, y convertido lo trivial y lo cotidiano en literatura”, escribió Marauda en el prólogo.

En una parte del libro Buschiazzo se ve a sí mismo en Macondo, cazando mariposas en su infancia: “sería porque no se usaba tanto fertilizante, pero llegaba la primavera y eran millones que pasaban por la sombra del monte de eucaliptus. Las cazábamos con una red y las colocábamos en bollones de vidrio”.