
El Legado, la bodega de Carmelo que cumple sueños
17/02/2022En Colonia Estrella, a pocos kilómetros de Carmelo, una pequeña bodega ofrece maridajes con vistas a la viña, almuerzos coronados con helado de vainilla y salsa de Tannat, y alojamiento para quien guste quedarse, todo en un entorno único y clima de cordialidad.
El año 1968 siempre se recuerda por sus revueltas estudiantiles, la más famosa en Francia, y sus asesinatos: Martin Luther King y Robert Kennedy en Estados Unidos, los estudiantes Líber Arce, Susana Pintos y Hugo de los Santos en Uruguay.
Ese año comenzó a trabajar el Consejo Ejecutivo Honorario de las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento, presidido por Fernando Assunção, el coloniense Carlos Martínez Moreno publicó Los prados de la conciencia, y el carmelitano Luis Marzuca plantó sus primeras viñas.
Comerciante como su padre, tenía un almacén de ramos generales cerca del puerto y ese año compró sus primeras tierras en Colonia Estrella. “Como buen comerciante había percibido que la uva de Carmelo maduraba antes que en Canelones, y que llegaba al Mercado Modelo con muy buenos precios”, recordó Bernardo Marzuca, que nació en 1968 igual que el sueño bodeguero de su padre.
Desde entonces plantó uva, sobre todo de mesa, y los camiones que la transportaban a Montevideo volvían con mercadería para su comercio. “Lo que sobraba se vendía a bodegas de la zona para hacer el vino moscatel tinto de aquellos años, y mi padre se entró a apasionar”.
En los años siguientes “llegó a plantar uva harriague y otras cepas y soñó largamente con hacer su propia bodega, pero el quiebre en 1982 de la tablita (tipo de cambio único fijado por la autoridad económica) frustró el proyecto”. En noviembre de aquel año la pérdida de reservas del Banco Central del Uruguay, era de 50 millones de dólares por semana.
Por efecto de la crisis debió cerrar el comercio, y como “ya estaba un poco enfermo”, decidió esperar a mejorar para retomarlo. No pudo ser: falleció en 1989 y el proyecto quedó en la nada: “mi madre resolvió vender la mitad de las tierras y arrendar la otra mitad a Dante Irurtia, una bodega tradicional carmelitana”.
Bernardo Marzuca tenía entonces 20 años e incursionó en distintos emprendimientos, hasta concentrarse en la producción de cítricos para exportación que hace unos tres años arrendó a la sanducera Azucitrus.

Proyecto de vida
En el entendido de que un legado es aquello que se transmite a los sucesores , ya sea material o inmaterial, hace unos años Marzuca resolvió completar el proyecto trunco de su padre.
“En 2007 le comenté a mi mamá que quería retomarlo, me dijo que estaba de acuerdo, y ese mismo año acordamos con Dante Irurtia el retorno de la tierra”. Lo que tenía más claro es que la bodega se llamaría El Legado. Su hermano lo alentó al emprendimiento, pero declinó participar.
“Comenzamos remodelando una casa vieja, transformándola en una bodega muy familiar, y adoptándola como un proyecto de vida”. Marzuca tiene 53 años y está casado con María Marta Barberis con quien tienen tres hijos; Federico y Santiago también están involucrados.
“Fuimos refaccionando la casona de los caseros, traje plantas nuevas de Tannat y Syrah de Francia y en 2008 ya replanté viñedos”. En el trayecto “nos fuimos apasionando, y hoy la familia está casi cien por ciento vinculada a esto”.
Hace tres años “construimos una posada que nos permite recibir visitas más largas y ciertas actividades de turismo, y hace cerca de cinco pude recomprar el campo de enfrente a una hija de Dante Irurtia”.
Se trata de un proyecto pequeño “muy artesanal”, de 1,5 hectáreas de viñedos y 12.000 botellas, en el que trabajan diez personas incluyendo integrantes de su familia. “A escala humana siempre se logran los mejores resultados”, define.
Las actuales cepas son Syrah y Tannat, aunque también se elaboran ‘reservas’ de cada uno y un blend de tannat-Syrah, y algo de Marselan. Para el restaurante Las Liebres embotellan un vino exclusivo Tannat, Syrah y Marselan.
Reciben visitas todos los días. “Antes de la pandemia eran 40 personas en promedio, la mayoría de Brasil, aunque también de Europa, Estados Unidos, y Argentina, pero durante la pandemia el público pasó a ser cien por ciento uruguayo y se redujo. Ahora estamos recibiendo unas 15 personas por día”.

Un hombre bueno
Muy pronto la figura de don Luis volverá a otear el horizonte de Colonia Estrella. Era un hombre “muy bueno, muy compañero conmigo, un tipo que ayudó a mucha gente, muy simpático y muy querido”, rememoró su hijo.
La idea de plasmar su figura ya tiene unos años, pero terminó de madurar en la primavera pasada. “Tengo un banco bajo un árbol donde me gustaría poner a mi papá de cuerpo entero. Allí conservo 16 plantas de petit Syrah de su viña original, y la idea es cosecharlas todos los años para hacer un vino simbólico, aunque salgan 100 botellas, como una reserva de la familia”.
El responsable de la escultura es el artista carmelitano Velarde Gil, ex compañero de clases de Bernardo, quien recientemente inauguró en Paysandú una escultura de Eduardo Franco, cantante de Los Iracundos, y ahora retoca la sonrisa y los ojos del inspirador de El Legado.
Cuando culmine la fase de arcilla, el artista hará un molde con yeso, lo desmoldará para obtener el original y lo cubrirá con marmolina. La idea es inaugurar la escultura durante este otoño.
El Legado tiene también los ojos en el futuro y, en plena pandemia, Marzuca enarboló a la familia en un nuevo proyecto: la “Sucursal Fausto” en homenaje a su abuelo italiano. “Compré una casona de esquina enfrente al almacén de La Capilla, a un kilómetro de la bodega, y estamos en obra”.
Allí abrirán “un restaurante, un almacén de campo con productos: aceite de oliva, quesos, dulces, vinos del lugar -ya existe un viñedo de Viognier-, y en el campo de cuatro hectáreas más viñedos y alojamientos entre las viñas”. De acuerdo al cronograma, antes de fin de año quedarán habilitados el almacén y el restaurante, y en diciembre de 2023 el sector de alojamientos.
A sus hijos, Marzuca busca transmitir el legado de la cultura del trabajo, la importancia de mantener a la familia unida, y la certeza de que todo esfuerzo da sus frutos.